Capítulo 24 Tamaño descomunal

—Dime, Amanda —murmuró Leonardo con voz ronca, mientras la excitación teñía cada sílaba—. ¿Serás solo mía?

Ella apenas podía hilar un pensamiento coherente.

Su mente era un remolino de sensaciones: el peso de su cuerpo, el latido de su corazón.

“Dios, su voz... me derrite. ¿Solo suya?”

Antes de ...

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