Capítulo 40 “¿Por qué tengo su rostro?”

Diana observaba a su amiga con el corazón encogido, sin saber cómo consolarla.

No quería verla así, pero era inevitable. Había tratado de advertírselo, pero Amanda no había querido escuchar.

Ahora, verla tan rota y pálida, con los ojos hinchados por el llanto, le provocaba un dolor que no sabía có...

Inicia sesión y continúa leyendo