Capítulo 55 No confesar demasiado

Mauro apenas había logrado acomodarla sobre la cama cuando escuchó la voz de Leonardo cortando el silencio como una hoja afilada.

—¿Qué diablos estás haciendo?

El tono era bajo, casi un siseo, pero la molestia se notaba en cada sílaba.

Mauro se giró, sobresaltado, como si lo hubieran descubierto ...

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