Mientras sea feliz.

Ella aún respiraba agitadamente cuando la silla quedó en silencio, sus muslos apretados sobre el regazo de Kaiden como un sello. Él le besó la sien, su mano ancha sobre su abdomen bajo, y encontró mi mirada. No necesitábamos palabras.

—Te tengo —murmuré, deslizando un brazo bajo sus rodillas y el o...

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