Cómo se sentía nuestra casa.

El trayecto fue silencioso, demasiado silencioso. Hunter conducía, los nudillos blancos contra el volante, los ojos fijos al frente como si la carretera pudiera confesar algo si la miraba lo suficiente. Kaiden estaba sentado en el asiento del copiloto, con la mandíbula apretada, una tormenta atrapad...

Inicia sesión y continúa leyendo