Ya vamos.

Las luces del aeropuerto brillaban intensamente contra el cielo de la madrugada, demasiado limpias, demasiado normales para la tormenta en mi pecho. Todo lo que quería era subir al maldito avión, cerrar la distancia entre nosotros y Mia, encontrarla y llevarla a casa. Cada paso por la terminal parec...

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