Cariño, estoy en casa.

Las ruedas del jet chirriaron hasta detenerse en la pista, y sentí en mis huesos el final de algo que habíamos estado temiendo. La puerta se abrió, y el sol golpeó mi cara, duro y brillante contra el peso de anoche. Salí al mundo, el suelo duro bajo mis botas, y el aire demasiado limpio, demasiado f...

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