Cerdos demoníacos.

Agarramos unas cuantas cajas vacías, un rollo de cinta y unas tijeras de la parte trasera del camión, y seguí a Alina hacia la cabaña. Esta vez, me aseguré de igualar cada paso que ella daba. Si el porche decidía comerse otra pierna, definitivamente no iba a ser la mía. El interior olía igual de ran...

Inicia sesión y continúa leyendo