Epílogo.

Es extraño lo silenciosa que se siente la vida ahora. No hay disparos. No hay gritos. No hay humo serpenteando en el aire nocturno. Solo el suave y rítmico sonido de mi bebé respirando contra mi pecho y el constante crujido de la mecedora debajo de mí. Hace seis semanas, esta casa estaba sacudida po...

Inicia sesión y continúa leyendo