Capítulo 40 Trabajo duro

La mujer, aparentemente en sus primeros treinta, se cuidaba muy bien. Su maquillaje era exquisito, y el encanto en sus ojos era extraordinario.

—Elijah, te llamé docenas de veces, pero no contestaste. No tuve más remedio que esperar aquí— dijo la mujer disculpándose, sus ojos escrutando constanteme...

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