Capítulo 2. Furtiva atracción.

Capítulo 2.

Furtiva atracción.

POV Alejandro.

Su pecho se contrae rápidamente, no la había visto así antes, hoy trae una pijama de seda negra, un mono largo, con una camisa de tira fina, más ajustado de lo que habitualmente se ve, su cuerpo toda una escultura, no puedo evitar recorrer sus curvas con mi mirada, sus senos, sus labios, ese cabello que cubre parte de su rostro y que me hace admirarla unos segundos, debo admitir que ella es muy hermosa, me tiene en un extraño trance ante su miedo frenético de mirarme.

— Mírame.— Ordeno.

Ella levanta su mirada lentamente y cuando su mirada se une con la mira, algo hace clic en mí. Ahí están esos rasgos faciales creado por dioses, condenadamente perfecta, toda una belleza, con una timidez peculiar. Está literalmente temblando, juega con sus dedos mientras se muerde el labio de manera involuntaria, intentando no desviar mi mirada, son pocas las veces que nos hemos mirado directamente, pese a que llevamos más de dos años viviendo bajo el mismo techo, es la primera vez que tenemos un contacto tan cercano, que nos sea para cuestiones del hogar.

— ¿Dónde está tú vaso con agua?— Pregunto causando que se intimide más.

Se ruboriza y me condena mentalmente, mirando hacia él fregadero, las pastillas de su cabello en forma de remolino, la hacen lucir muy hermosa.

— Lo…lo iba a buscar señor.

Tartamudea nerviosa.

— Entonces, ve por él.— Ordeno sonando calmado.

Ella se inclina como si fuera un Dios para reverenciarme.

— Permiso señor.— Exclama cortes, moviéndose lentamente a la alacena por un vaso.

Contoneándose lentamente hasta la nevera, dejándome ver su trasero y esa larga melena que se mueve de un lado al otro con cada movimiento, moldeando su fina figura cintura permitiéndome deleitarme con su enorme trasero apretado en ese mono ajustado.

— Permiso señor, que pase buenas noches.— Dice moviéndose una vez más para irse, pero no lo permito.

— ¿Por qué tienes los dedos llenos de pintura?— Pregunto deteniéndola una vez más, mientras me sirvo un trago de whisky, buscando calmar mi enojó.

Ella mira incomoda sus dedos y luego me enfoca nuevamente un poco más calmada.

— Lo que pasa señor, es que estaba pintando.

— ¿Dibujas?— Pregunto curioso son perderla de vista, mientras me siento en una de las sillas de la barra.

— Si señor.

— ¿Sabes que ahora es?— Pregunto llevando un sorbo de mi bebida a los labios.

— Lo sé señor, pero no sé preocupe, siempre despierto temprano, es que tengo un examen ahora y…— La interrumpo.

— ¿Examen?— Pregunto curioso.

— Si señor, estoy en la universidad online, en la Academy of Art University, que ofrece programas de diseño gráfico en línea.

Eso es interesante, jamás había visto que un personal de servicio, tenga aspiraciones a algo más que limpiar, pero está bien, me a sorprendido.

— Eso es interesante, entonces no te quito más tiempo, continua con tú examen.

— Muchas gracias señor. Que pase buenas noches.

Se retira y no la detengo, tratando de enfocar mi mente en otra cosa, observo mi celular, cinco llamadas perdidas y solo mensajes pasivo agresivos de Alison, nada nuevo para los cuatro años que llevamos en esta agonía, desde que tuvo ese fatal accidente automovilístico todos nuestros planes cambiaron, pasamos de tener un romance casual a una relación formal en un matrimonio que se a convertido en una tortura, todo este tiempo y parece que nada la complace, no puedo seguir así, piensa que está muerta, aún tenemos toda la vida por delante, no he pensado ni un momento en dejarla porque la quiero y su condición no es un impedimento de seguir adelante, no entiendo porque nos limita, por qué hace de lado nuestros planes y sueños, deseo formar una familia, pero ella no me lo pone fácil y empiezo a desesperarme, mi vida sexual se a reducido a ocasiones especiales o momentos al azar, siendo un hombre muy fogoso, con deseos de ser padre me siento frustrado, lo único que me mantiene estable es la idea de convencerla de que podemos hacer esto juntos, nunca le he fallado y no he pensando en hacerlo, pero empiezo a cuestionarme cuanto más podre soportar estando en esta situación.

Otra noche durmiendo en la habitación de huéspedes de la planta baja, ya parece rutina e incluso tengo cosas en el lugar, ella se niega a ceder y empiezo a perder la paciencia, siendo yo quien de siempre el primer paso.

— Buenos días.— Dice, apareciendo con ayuda de Marta.

— Buenos días.— Respondo formal.

Hasta ahí se limita nuestra conversación, y como de costumbre, ella espera que yo me disculpe, pero no lo hago.

— ¿No piensas disculparte?— Pregunta.

— No tengo porque hacerlo, no me arrepiento de nada de lo que dije.

— ¿No te arrepientes entonces?

— No, dije lo que pienso y no me voy a retractar por ello.

— Buenos días, permiso.— Erika aparece, como de costumbre, sirviendo mi café y juntando la adecuada cantidad de miel a mis waffles.

— Muchas gracias.—digo.

— A su orden señor. ¿Desea su café señora?

— No, trae mi té.— Ordena Alison con arrogancia.

— Cómo ordene señora. Permiso.

El desayuno es lo habitual, tensión, porque no voy a dar mi brazo a torcer así que cuando termino de comer, me levanto. Caminando a la salida, veo a Erika correr al pasillo a poner mi saco recién planchado en el perchero de la entrada.

— ¿Por qué corres?— Pregunto, causando que ella se tense.

— Lamento haberme demorado señor, para la próxima lo tendré a tiempo.

Me baja la mirada y me acerco, causando que ella levante su mirada nuevamente asustada.

— Tienes ojeras, ¿No dormiste?

— No señor.

— ¿Dibujando?

— Me temo señor que estoy en los exámenes finales del trimestre, lo que me ocupa tiempo, se que no es excusa, intentaré tener todo listo con antelación señor.

No se porque desde que la vi sin todos estos trapos, me siento más atraído a ella, es como si su mirada me hipnotizara.

— ¿Hasta cuando son las finales?— Pregunto curioso mientras me coloco el abrigo.

— Hasta el viernes señor.

— Hasta entonces, evita servirme en la cena, retírate antes de las 5 pm y no aparezcas a menos que mi esposa te llame, descansa lo suficiente para servirme por la mañana, ponte un poco de brillo en los labios te ves muy pálida.

— Si, como ordene señor. ¿Algo más?

— No, retírate.

Se inclina para mí y se retira, lentamente, dejándome apreciar sus atractivas piernas de grandes muslos, que me lleva a recordar que tiene un atractivo trasero, viéndome así, me veo como un pervertido, pero hasta ahora, no había llegado mujer, que cautivara mi atención con su belleza más que mi esposa, saber que tengo una diosa así en mi casa, se empieza a convertir en un deseo culposo, para un hombre con una racha de casanova en el pasado, me estoy conteniendo de despertar esos demonios ocultos de mí pasado.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo