127- Pero él dijo «buena chica» y olvidé mi propio nombre

OZ

Son casi las cinco de la mañana, y me siento significativamente menos optimista que cuando llegamos. Claro, parte de eso puede ser porque he pasado toda la noche en vela y no tengo nada que mostrar por ello, excepto ojos doloridos y un dolor de cabeza que me roe los bordes del cráneo. Miro al...

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