143- Porque los demonios son como la purpurina. Una vez que dejas entrar uno, está en todas partes

—Está bien, está bien. Mensaje recibido—dice Mikey, frotándose la cara. El movimiento arrastra la tensión de sus rasgos. Cuando se inclina y me rodea con un brazo, el abrazo es cálido y familiar, como ponerse una sudadera vieja.

—Soy un idiota—confiesa. Asiento, satisfecha de que finalmente haya pe...

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