12

ISBERLT.

Un sentimiento familiar recorre mi cuerpo mientras me giro en mi puesto y me encuentro con una sonriente Rita frente a mí.

—¡Por supuesto que eres tú! —ríe ella, sus ojos recorriendo mi cuerpo, evaluando mi apariencia con un brillo demasiado conocido en su mirada—. ¡Sentí que eras tú! Pens...

Inicia sesión y continúa leyendo