35. Los chicos malos se enfurecen.

Me retorcí bajo su mirada intensa. Por supuesto, tenía que ser él quien me atrapara de entre todas las personas. Tenía la peor suerte del mundo. Mi mirada se detuvo en su rostro por unos segundos y noté que su mandíbula se tensaba como si apenas pudiera contenerse de estallar.

Mordía mis labios ner...

Inicia sesión y continúa leyendo