Capítulo 30 — Placer y control

Me acerqué al lecho, mis dedos rastreaban la superficie de uno de sus gruesos postes; el trabajo de talla era de una exquisitez que me dejó asombrada.

—Respóndeme, ¿qué te parece? —exigió Alejandro, su voz ahora con un velo de dulzura que no lograba ocultar la intensidad.

—¿Eres tú el que ejerce e...

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