Capítulo 98

Ahí estaba él, parado un poco cerca de la puerta de entrada del vestuario con las dos manos en los bolsillos, luciendo divino como siempre.

Mirándome.

Mi corazón volvió a acelerarse.

¿Qué está haciendo aquí?

No quiero hablar con él.

Me enfrenté a mi casillero, cerrándolo.

—Vete—ordenó, haciénd...

Inicia sesión y continúa leyendo