Límites

—¡Maldita sea!

La taza de café se cayó de mis manos temblorosas al suelo de la cocina. Estaba temblando desde que llegué a la oficina hoy. Ese día era mi primer día como asistente de los Alonzo y estaba nerviosa como un venado ante los faros de un coche. Mientras servía el café para el Sr. Anton, m...

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