Su sed, su tentación

El cuerpo de Elise había comenzado a arder, más caliente que el calor que ofrecía la llama. Todavía temblaba internamente por el frío, y Rygan no esperaba ese aroma pesado que lo envolvió. Ese aroma familiar puso a su lobo en un borde feroz instantáneamente.

—Su celo, Elise, estaba en celo. Observó...

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