CAPÍTULO 90

Un grupo de personas pasó cerca de ellos y murmuró. El momento no se rompió, pero Bertram le agarró la cara y la apartó suavemente.

—Ven, sígueme —ordenó.

Se pusieron en marcha de nuevo como dos adolescentes cachondos en dirección al baño. Samantha, en un solo segundo de lucidez, pensó que hacerlo...

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