Cuarenta y uno

De vuelta en la manada de cazadores de renegados, Richard entró en la oficina, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, sus pasos ligeros como la nieve que cae, la luz de la luna reflejándose en su rostro, haciendo que brillara en la oscuridad con la mezcla de efectos de su pelo emp...

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