52

—Deberías estar descansando.

—Podría decir lo mismo de ti.

Camille frunció el ceño ante la réplica de Sid, observando cómo el gigante se movía cuidadosamente de su cama a una silla de ruedas con la precisión de alguien que ya había hecho esto antes. Solo cuando Sid se acomodó, Camille tomó asiento...

Inicia sesión y continúa leyendo