Epílogo

REYNA

—¡Mira, mamá! —exclamó Adelina. Estaba en mi laptop, tecleando como me había visto hacer incontables veces. El bebé se había quedado dormido en mis brazos, y mientras lo acostaba en su cuna, podía escuchar su pequeño arrullo.

—¡Eso está bien! Pero trata de ser silenciosa, Manuele está durmie...

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