Mi cruel amigo. 40

Tan pronto como llegué a la mansión, el alfa se acercó a mí, mirándome con sospecha, olfateando el aire a mi alrededor y me di cuenta tarde de que debería haberme bañado antes de que alguien me viera. Sus ojos brillaban dorados mientras se acercaba y, inconscientemente, di un paso atrás. Me agarró l...

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