Capítulo ciento cinco

DOMONIC

Mientras el zumbido moribundo de las hélices se escucha sobre el cañón, me giro para enfrentar a Gabriel, mi Desert Eagle completamente cargada y enfriándose en mi cadera. Él me mira, sus ojos oscuros y enfadados. Su mano sigue gris, y empiezo a pensar que siempre lo será. Incluso ahora...

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