Capítulo trescientos treinta y dos

KENDALL

Oh, eres el mayor perdedor que existe.

Te hizo llorar dentro del bar frente a un tercio del pueblo y luego te dio la espalda y ahora le estás dando lo que quiere.

—¡Espera un minuto! —murmuro, maldiciéndome mientras estamos junto a su coche bajo la lluvia—. ¿Qué pasa con mi puerta...

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