Capítulo cuatrocientos setenta y seis

Veintitrés minutos después de dejar la Isla del Lobo Rojo, el supremo cohete acuático del Doc Rhodes se deslizaba hacia los muelles de Port Orchard y las luces familiares de mi ciudad natal brillaban como pequeñas luciérnagas en la niebla mientras la bruma nocturna se deslizaba.

A pesar de la hora ...

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