Capítulo noventa y dos

DOMONIC

Cuando mi padre y yo doblamos la esquina de vuelta al vestíbulo, nos detenemos en seco por un grito ensordecedor en la puerta principal. Empapada y gritando por el Alfa, está Tanya. —¡Domonic!— grita, tambaleándose hacia mí con los brazos abiertos.

—¿Qué demonios?— Doy un paso atrás, ...

Inicia sesión y continúa leyendo