Capítulo 8 Traición se paga con traición parte 4

En cuanto llego a casa observo que el auto de Jack no se encuentra por lo que respiro tranquila, subo corriendo hasta mi habitación para tomar un baño y para mi desgracia quitarme el agradable aroma que ese hombre dejo en todo mi cuerpo.

Me enjabono y todos aquellos lugares que mi misterioso amante tocó con sus hábiles manos me recuerdan a él, paso mis manos por mi vientre hasta que llegan a mi intimidad y mis dedos tratan de imitar sus movimientos, prodigándome solo un poco del placer que estaría experimentando entre sus brazos. Cuando mi respiración vuelve a la normalidad me doy una ducha rápida, tomo una bata y me envuelvo en ella.

Cuando estoy frente al espejo la abro y observo los lugares donde me dejo algunas marcas, las recorro con la punta de mis dedos y sin poder evitarlo una sonrisa cruza mi rostro.

Estoy tan concentrada mirándome al espejo que no escucho el auto de Jack entrar a la cochera, solo hasta que escucho como sube las escaleras, soy consciente de la hora que es y lo que he tardado en arreglarme. Cierro mi bata y salgo al closet para tomar algo de ropa y poder cambiarme sin que éste vea las marcas en mi cuerpo.

—¡Cariño! —exclama sorprendido de verme, despierta a esta hora—. P-pensé que aún dormías, llegue desde hace unas horas, pero como estabas profundamente dormida no quise despertarte y me quede en el sofá. —Me da esa patética excusa, la cual le creería si no supiese que es un maldito infiel.

—¡Ah! Está bien. —Es lo único que me limito a contestar, tomo algunas prendas y me dirijo al baño, pero Jack me bloquea el paso.

—Sé que debes de estar molesta porque no llegué a dormir ayer cariño, pero esos clientes son muy importantes para la compañía —me miente el muy infeliz con un tono de voz como si en verdad estuviese arrepentido, luego se acerca hasta donde me encuentro y trata de darme un beso en los labios, ante lo cual giro mi rostro y no permito que me lo dé, no sé dónde estuvo su boca hace algunas horas por lo que no deseo ni que me vuelva a tocar.

—No hay ningún problema, ahora quiero cambiarme, así que hazme el favor de dejarme pasar.

Intento rodearlo, pero éste me encierra entre sus brazos y comienza a acariciar mi trasero a través de la tela de mi bata al tiempo que aprieta uno de mis senos con su mano, en otras circunstancias este acto me haría desear hacer el amor con él, sin embargo, ahora lo único que me provoca es repugnancia al saber que su miembro estuvo dentro de esa mujer y la ira inunda mis sentidos, ¿desde hace cuánto me es infiel?, ¿desde hace cuánto se acuesta con ella para después meterse entre mis piernas como si nada sucediese? He sido tan estúpida en no darme cuenta.

—¡Feliz aniversario cariño!, ¿qué te parece si para festejar nos quedamos todo el día en la cama? —expresa el muy infeliz, siendo que él ya festejó con la zorra con la que me engaña, pero cuando sus manos intentan deshacerse de mi bata, prácticamente lo aparto de un manotazo.

—¡Por Dios! ¡Qué mente la mía! —Palmeo mi frente y le trato de dar una sonrisa, la cual siendo sincera parece más una mueca de asco—. Se me había olvidado nuestro aniversario, pero no es necesario que festejemos hoy, podemos dejarlo para otro día. —«o tal vez nunca» pienso al tiempo que aprieto mis manos en puños—, además, he quedado con unas amigas de salir a desayunar.

—N-no te creo que se te haya olvidado nuestro aniversario, cariño y menos a ti, si es por lo de ayer te lo repito…

—Ya te dije que eso no importa, debo cambiarme, ya me están esperando.

Lo esquivo y entro al baño, pongo el seguro y me recargo contra la puerta, una vez aquí me permito llorar por la forma tan campante con que me mintió, soy tan idiota que no sé desde hace cuánto me ha visto la cara, también sé que ayer le fui infiel con ese hombre, pero si nunca me hubiese enterado de su engaño no habría sido capaz de hacerle algo semejante, yo lo amaba con todo mi corazón y ahora ese amor que aún siento por él, se está convirtiendo en desprecio y odio.

Me acerco al lavamanos y mojo mi cara para que no se note que he estado llorando, me tomo mi tiempo y cuando al fin estoy lista, salgo como si nada hubiese pasado. Jack por su parte me observa serio desde la cama y cuando se da cuenta de que comienzo a maquillarme para salir de casa su rostro se ensombrece un poco más.

—¿Con quién saldrás? —inquiere de brazos cruzados, lo observo a través del espejo con la ceja arqueada e ignoro su pregunta, me aplico un poco de labial y cuando la mujer que me devuelve la mirada se parece a esa mujer fuerte que siempre me ha caracterizado, me levanto, tomo mi bolso y guardo algunas cosas en él.

—No sé a qué hora llegaré, como te dije saldré a desayunar y después iré de compras. —Me apresuro a salir de la habitación y cierro la puerta acallando el reclamo de Jack, bajo corriendo las escaleras y una vez en la cochera subo a mi auto sin perder tiempo.

Como todo lo que le dije es mentira, me dirijo a un restaurante bastante alejado de mi hogar, donde es más que seguro que no podré encontrarme a ningún conocido, pido algo ligero y cuando estoy por terminar diviso en una de las mesas al hombre de ayer, el cual también se encuentra solo, éste levanta su rostro y cuando nuestras miradas se cruzan me reconoce al instante y me regala una sonrisa seductora, tomo mi bolso y me apresuro a los sanitarios.

—¡No puede ser posible! —mascullo al tiempo que me sostengo de la barra—, pensé que no lo volvería a ver, es imposible que lo encuentre tan pronto.

Doy vueltas sin saber que hacer, hasta que al final me decido y abro la puerta lista para salir con la esperanza de que éste ya no se encuentre aquí.

—¿Me estabas esperando preciosa? —escucho la voz de un hombre y cuando levanto la mirada me encuentro de frente con mi amante.

—Y-yo, disculpa, creo que me estás confundiendo. —Intento apartarlo, pero su brazo me cierra el paso, al momento siguiente me toma por la cintura y se mete conmigo a uno de los cubículos, cerrando la puerta con seguro—. ¡¿Estás loco?!

—¿Ahora si ya me recuerdas? —inquiere con un ronco susurro mirándome con tal deseo que mis piernas tiemblan sin control—. Ese vestido se te ve de maravilla, pero ¿sabes cómo me gustas más?

—Por favor déjame salir, alguien podría vernos —suplico ignorando su pregunta.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo