Capítulo 50: Coqueteando con mi jefe

Antonio estaba en el centro del vestíbulo, con las manos en los bolsillos, sus fríos ojos recorriendo a los empleados callados como una tormenta contenida. Su voz era calma—demasiado calma—y más fría que el acero.

—Que esta sea la última vez que alguien en esta empresa crea que el silencio es segur...

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