Capítulo 38 La enfermedad atacó

—¡Suéltame! —espetó Diana.

—¡Diana! ¡No te soltaré! ¡No puedes abandonarme! —Los lamentos de Robert atrajeron la atención de los transeúntes, muchos de los cuales señalaban y susurraban sobre ellos.

Lidiando con el persistente acoso de Robert, Diana se veía desamparada.

Sin otra opción, Diana tuv...

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