Capítulo 1
Maddison
Y ahí estaba yo, caminando hacia el lugar que cambiaría mi vida. ¿Cómo terminé aquí?
La historia antes de este momento es simple; quería un trabajo.
Soy una estudiante universitaria de veintidós años que no le gusta depender de los hombres, eso incluye a mi padre. Necesitaba un trabajo, y lo conseguí.
De una manera inusual, por supuesto.
Pero lo peor vino después. Saber que mi jefe y el dueño de mis fantasías sexuales era amigo de mi papá fue... impactante.
No dejaba de pensar, "¿Cómo reaccionará mi padre?" o "¿Qué dirá la gente?"
Estar con Massimo era increíble, sin embargo, sabía que estaba mal y que podría ser peligroso para mí.
Estaba en constante contradicción, pero al final del día mis deseos decidían por mí, y siempre querían estar con él.
¿Habría consecuencias por este amor peligroso?
Probablemente sí.
—Necesito encontrar un trabajo; no quiero vivir más en los dormitorios.
Mi padre escucha atentamente por teléfono. —Puedo ayudarte con eso —dice.
Mi padre sabe que no quiero su ayuda, pero sigue recordándomelo.
—Lo sé, papá, pero déjame resolver mi vida, ¿de acuerdo?
—Solo digo. —Se ríe.
—Gracias. Debo irme, tengo clases. ¿Nos vemos mañana?
—Mañana cenaré con un viejo amigo, ¿vendrás?
—Claro, no voy a desperdiciar el único día que puedo verte por eso. —Respondo. —Es una ocasión especial.
Entiendo lo que quiere decir; debo vestirme elegantemente.
—Está bien. Te quiero —digo mientras cuelgo.
Gracias a la universidad estoy ocupada casi toda la semana, solo tengo tiempo para verlo una vez en esos siete días.
Suspiro.
Si consigo un trabajo, probablemente ni siquiera podré verlo.
Todo es por la independencia.
Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos.
—¡Apúrate Maddi, llegamos tarde! —Gritan al otro lado de la puerta.
Mi amiga Hanna es impaciente y odia llegar tarde a clase.
Agarro mis cosas y salgo corriendo de la habitación.
—Tranquila, tenemos tiempo.
Ella resopla y me toma de la mano.
Caminamos rápido hacia el aula y en menos de diez minutos comienza mi día como estudiante de administración de empresas.
El tiempo pasa entre clases y en un abrir y cerrar de ojos parte del día ha terminado.
Apenas tengo tiempo para comer, porque al terminar mi comida, salgo en busca de un trabajo. Los préstamos estudiantiles se están agotando y necesito resolver mi situación.
Escuché de algunas empresas que buscan un aprendiz y mi idea es optar por uno de esos trabajos.
Tengo una pequeña lista en mis manos. Tacho el nombre de cada empresa a la que voy y me rechazan.
¿Por qué es tan difícil encontrar una pasantía?
Frustrada, llego a la última empresa que tengo en la lista y me sorprende ver a cinco mujeres más.
—Hola —digo al acercarme.
Todas me miran de arriba abajo de una manera despectiva. No entiendo por qué me rechazan hasta que veo su ropa.
Todas tienen ropa sexy y ajustada mientras yo... solo llevo un jean que me queda grande y un cárdigan.
Maldita sea.
—¿Estás aquí por trabajo?
Una mujer alta con cabello negro y ojos increíblemente azules se acerca a mí.
Intimidada por tanta belleza, solo muevo la cabeza de arriba abajo.
Empiezo a preguntarme qué demonios estoy haciendo aquí.
—¿Todas vienen por trabajo? —pregunto realmente asustada.
Por la cara de cada una de ellas, confirmo que efectivamente todas vienen por la pasantía.
Retrocedo con la intención de irme del lugar, pero cuando doy tres pasos, un hombre grande y musculoso choca conmigo.
—Mira bien por dónde caminas —digo.
El hombre está de espaldas y cuando se gira, me quedo sin palabras.
Es... Es guapo.
El desconocido me mira de arriba abajo analizando cada centímetro de mi cuerpo.
—Para ser joven eres muy irrespetuosa —dice, pasando su lengua por los labios.
Sus ojos azules me atraen y solo ver su barba me hace cosquillas en áreas nunca exploradas antes.
Es mayor, pero está en buena forma. Tiene una mandíbula muy marcada, y su traje negro lo hace ver más sexy.
—Fuiste tú quien chocó conmigo —respondo desafiante.
El hombre fija su mirada en mis labios por unos segundos. Luego, sacude ligeramente la cabeza con una sonrisa.
—Entonces te ofrezco una disculpa.
Me extiende la mano y sin pensar la tomo.
Su agarre es fuerte, y se niega a soltarme.
Una electricidad pasa por mi cuerpo mientras nos miramos durante aproximadamente un minuto. Solo la voz de una joven de mi edad nos interrumpe.
—Señor, su reunión —dice.
El hombre hace un gesto de molestia pero se separa de mí.
—Buenas tardes —dice antes de irse.
Lo observo irse. Mi mirada viaja hasta su trasero hasta que el hombre desaparece.
¿Quién era ese dios griego?
Estoy tan sorprendida que no vi hacia dónde se fue.
—Buenos días a todos, en este momento comenzará la entrevista para el trabajo de pasantía. Por favor, pasen adentro y esperen su turno.
Una mujer de unos treinta años nos da la bienvenida a la empresa y nos pasa al vestíbulo donde cada uno anota su nombre y espera su turno.
Miro el lugar. Es imponente, grande, profesional. El nombre brilla afuera del edificio. Es imposible no ver el nombre de Art Works. Inc. justo afuera del lugar.
Después de cinco minutos, la misma mujer de hace unos momentos llama a cada solicitante.
Espero pacientemente mi turno mientras pienso en ese hombre extraño. Su elegancia me cautivó, su olor permaneció en mi mano y su voz aún resuena en mi mente.
—Maddison Becker —dice la señora.
Me levanto rápidamente, seco mis manos en mis pantalones e intento arreglarme el cabello.
Necesito que esto salga bien.
Entro a la oficina y lo primero que noto son los reconocimientos personales colgados en la pared. Son demasiados premios y reconocimientos.
—Qué sorpresa —oigo decir.
No puede ser.
Esa voz.
—¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendida.
Es el mismo hombre que chocó conmigo en la entrada.
El mismo hombre que me hizo fantasear.
El único, de hecho.
Se levanta de su asiento y camina directamente hacia mí.
—Soy el jefe —dice.
No tengo más remedio que dar unos pasos atrás hasta chocar con la pared.
¿El jefe?
Eso significa que, si consigo el trabajo, ¿tendré que estar cerca de él todos los días?
—Oh, yo... lo siento mucho, no quería tratarlo mal. No sabía...
—Solo te haré una pregunta; ¿Quieres el trabajo?
Fija su mirada en mis labios.
—Sí —respondo.
Él sonríe y toca mi mejilla con su mano.
—Estás contratada. A partir de ahora, estarás a mi disposición todos los días.
