CAPÍTULO TREINTA Y UNO: FINALMENTE

—¿Qué demonios estás haciendo, Aiden? ¡Sal de mi habitación, ahora mismo! —grité, pero él no dijo nada. Seguía allí de pie con una expresión maliciosa en su rostro, sus ojos fríos y amenazantes.

—¿Disfrutaste tu pequeño espectáculo, Aria? —me preguntó, apoyándose en el marco de la puerta y cruzando...

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