CAPÍTULO VEINTIDÓS

Leila no perdió ni un momento para sumarse a la acusación. Les instó a que me registraran, y el guardia rápidamente comenzó a saquear mi habitación, arrojando mis pertenencias a un lado sin cuidado. Mi santuario de calma se había convertido en un caos total.

Diana insistió en que revisaran mi delan...

Inicia sesión y continúa leyendo