Capítulo 33

—Hombre, casi te tengo envidia —Aristo se dejó caer en una silla después de entrar en mi oficina sin llamar—. ¡Felicidades, amigo!

Había algo raro en Aristo, algo que no podía identificar.

—No entras en mi oficina así, Aristo —mi tono era sereno cuando hablé, pero esa falta de respeto evidente irr...

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