Capítulo 64

Tragué saliva.

Las señales estaban allí, pero era imposible imaginar a un Alfa odiando a una manada por la que sacrificó su sangre y sudor para proteger. Su manada. Su hogar. Su gente.

—No te sorprendas tanto —se rió, pero el sonido no tenía ni una pizca de humor—. El aire de esta tierra me da es...

Inicia sesión y continúa leyendo