Capítulo ciento setenta y dos

La batalla colgaba en un silencio muerto y enmarañado. Antes, con un hedor a muerte y hechicería, pero ahora solo un susurro del viento respiraba. El cielo, que estaba envuelto en la sombra de Deluna, parecía más claro.

Me giré y miré a mi alrededor, y vi los rostros de mis compañeros que habían lu...

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