Inevitable como la salida del sol

El peso de las botellas de agua que Anastasia sostenía en su regazo parecía nada comparado con el de su decisión. Cada kilómetro que se alejaban del pueblo era un recordatorio constante de lo que acababa de hacer, o más bien, de lo que no había hecho.

No había gritado. No había corrido hacia el poli...

Inicia sesión y continúa leyendo