El sedán negro

El autobús dejó atrás otra ciudad cuyo nombre Alina ni siquiera había registrado. Llevaban cuatro días huyendo y cada pueblo se parecía al anterior. Mika dormía con la cabeza apoyada contra la ventanilla, la boca entreabierta y una expresión de paz que a Alina le dolía mirar.

Ella mantenía los ojos ...

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