Vacío

Mika estaba sentado en el sofá de la sala cuando su madre entró con una bandeja. Llevaba tres días en casa y ella no había dejado de traerle comida cada dos horas. Sopa, té, galletas, frutas. Como si pudiera alimentarlo hasta hacer desaparecer su dolor.

—Cariño, tienes que comer algo —dijo Anastasi...

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