CAPÍTULO 37

El aroma del café recién hecho y el canto de los pájaros me despierta antes de que el sol termine de colarse por las cortinas. Cuando bajo al comedor, Jacob ya está ahí, impecable como siempre, con una camisa azul remangada hasta sus codos, unos vaqueros y unas botas que parecen algo viejas. Está si...

Inicia sesión y continúa leyendo