Capítulo 36.

Las palabras de Ilmar me taladraron como una aguja fina: una caricia envuelta en amenaza. Apreté los dientes y asentí casi sin querer. El mensaje estaba claro: podían convertirme en lo que quisieran, y usar mi cuerpo para más cosas que espectáculo si se les antojaba.

Comencé a andar hacia la salida...

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