Capítulo 47.

Markos seguía de pie frente a mí, con una gota de sudor resbalando por su sien y una media sonrisa en los labios.

—Mejor —dijo al fin.

Me dejé caer de rodillas, respirando con fuerza.

—Eso… fue… un infierno —jadeé.

Él me ofreció una mano. Dudé un segundo antes de tomarla. Su agarre fue firme,...

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