Capítulo 38. Una enorme deuda.

Samuel se recostó en el sofá con rostro tenso.

—Veo que la conversación que tuviste ayer con tus tíos se centró en mí.

Amelia se incomodó por sus palabras.

—Insisten en que te vea como un monstruo. Un ladrón, secuestrador y asesino.

El hombre mostró una sonrisa cínica.

—¿Y te han dado pruebas d...

Inicia sesión y continúa leyendo