31. Amanecer de esperanza

El sol finalmente abandonó su lecho y sonrió con esplendor.

En el campamento, Augusto despertó de un hermoso sueño que tuvo con Soraia y, sonriendo, prometió:

—No te abandonaré, mi amor.

Sacó una foto de ella que guardaba bajo su almohada, la miró y murmuró:

—Nunca.

Y la besó.

De vuelta en...

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