Bolas en bandeja

—¡Tiny, NO!—grito, bien fuerte, sin preocuparme de si el resto de la casa me oye.

Tiny se congela en medio del ataque, con Santos a solo unos centímetros de la punta de su cuchillo. La sonrisa siniestra que se dibuja en los labios de Santos es la única señal que tengo de que Tiny podría estar en pe...

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