No sería una buena esposa...

Para cuando logro levantar las manos para protegerme de sus golpes, la sangre ya ha llenado mi boca y siento que mi cabeza cuelga de mi cuello. El dolor hace que mi visión se nuble con lágrimas furiosas, pero no voy a llorar. Me niego a hacerlo. Tampoco voy a suplicar. No me importa si quedo cie...

Inicia sesión y continúa leyendo