Los quiero a los dos

ROMANY

El grito que soltó Enzo cuando el té negro caliente le golpeó en la cara realmente me hizo reír. Una tormenta de risas se avecinaba y me vi obligada a taparme la boca con ambas manos para no reírme incontrolablemente. Pero Enzo... él no parecía encontrarlo gracioso.

—¡Perra! —chilló—. ...

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