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Me desperté en medio de la noche, con el pecho subiendo y bajando rápidamente, y el cabello pegado a la piel en la nuca. El pánico se extendió por mí como brasas en mi sangre, corroyéndome desde adentro.

Me senté en la cama, con el corazón acelerado y un grito atrapado en la garganta. Solo me sentí...

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