115. CUARTA LECCIÓN

—¿Qué?— Mis cejas se levantan con sorpresa que no me molesto en ocultar. —¿Ahora?

—¿No crees que es el momento perfecto?— Los ojos de Abraham se estrechan ligeramente, brillando con diversión y... picardía.

—Pero no podemos irnos ahora...

—¿Irnos?— me interrumpe con una sonrisa burlona, mordisqueand...

Inicia sesión y continúa leyendo